Tencent vindt manier om Blackwell-GPU’s van NVIDIA te gebruiken door rekenkracht te huren in het buitenland om blokkering te ontwijken

La carrera por la inteligencia artificial se está transformando en una lucha por el acceso a los chips más avanzados. Cuando los gobiernos imponen restricciones que limitan la exportación de componentes clave, las empresas buscan alternativas innovadoras para mantener su competitividad. Un ejemplo reciente es el caso de Tencent, uno de los gigantes tecnológicos de China, que habría desarrollado un método legal pero políticamente controversial para aprovechar las GPU Blackwell de NVIDIA sin importar estas restricciones.

Este mecanismo consiste en alquilar capacidad de computo en centros de datos ubicados fuera de China, principalmente en países aliados como Japón y Australia. La clave está en que, en lugar de comprar y poseer físicamente los chips, Tencent accede a su potencia de procesamiento de forma remota mediante contratos con proveedores como Datasection, un proveedor japonés especializado en infraestructura de nube para IA. De esta forma, los chips permanecen en el extranjero, pero su capacidad de cálculo se utiliza desde lejos, dificultando la aplicación directa de las restricciones de exportación.

Lo que plantea esta estrategia es una zona gris en la regulación: las restricciones estadounidenses buscan limitar la venta de ciertos chips avanzados a China, pero no regulan el uso remoto de esa capacidad instalada en terceros países. Al operar una especie de “nube privada” de chips, las empresas chinas evitan la importación directa, lo que puede ser visto como una forma legal de sortear las restricciones pero con implicaciones políticas y económicas complejas.

La adquisición de un volumen significativo de GPU Blackwell —se habla de contratos por más de 1.200 millones de dólares para alrededor de 15.000 procesadores— representa un salto generacional en capacidades de entrenamiento de inteligencia artificial. Para Tencent, acceder a esta infraestructura no solo acelera su desarrollo tecnológico, sino que también reduce los costes y plazos asociados. Sin embargo, para Washington, este método puede reducir la efectividad de los controles de exportación, ya que la potencia de cálculo se consume en centros fuera de su jurisdicción.

Desde un punto de vista geopolítico, la localización en Osaka y Sídney refleja una estrategia de los países aliados para mantener su peso en la cadena de suministro mundial de IA, en un escenario donde China busca acelerar su autosuficiencia en chips. La capacidad de mover recursos de cálculo a través de fibra en lugar de cajas físicas plantea nuevos desafíos en la regulación internacional, puesto que la “potencia de IA” ya no viaja en hardware, sino en datos a través de redes.

Este contexto también favorece la aparición de nuevos actores como Datasection, que emerge como un proveedor clave en la infraestructura de IA “como servicio” (GPU-as-a-Service). La tendencia indica que el poder ya no reside solo en quién puede comprar chips, sino en quién puede reservar grandes clústeres y desplegarlos en zonas con regulaciones más permisivas. Esto transforma la economía de la IA en una logística global, donde la disponibilidad y la flexibilidad se convierten en ventajas estratégicas.

A nivel económico, esta modalidad de alquiler encarece los costes recurrentes para las empresas, además de generar dependencia de terceros para la disponibilidad, la latencia y la continuidad del servicio. Sin embargo, muchas compañías consideran que pagar más hoy puede evitar quedarse atrás en un mercado donde la capacidad de entrenamiento y despliegue de modelos avanzados determina la ventaja competitiva.

Para Washington, estos métodos representan un riesgo: las restricciones que buscan limitar la adquisición directa de chips pueden ser eludidas mediante modelos de consumo en la nube, lo que complica el control efectivo de exportaciones. La discusión política y regulatoria sigue vigente, y las leyes podrían adaptarse para restringir también el uso remoto, incluyendo límites por usuario, tipo de carga o trazabilidad del uso.

En definitiva, el crecimiento de modelos de infraestructura en países aliados, combinado con el auge de proveedores especializados en “neocloud”, está redefiniendo la geografía y las estrategias de la competencia en IA. La lógica de reserva y alquiler de capacidad puede transformar también los modelos económicos y los equilibrios de poder en la industria, haciendo que la carrera por la inteligencia artificial no solo dependa de la innovación tecnológica, sino de la logística global y las decisiones regulatorias en un escenario cada vez más complejo.

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