En una era en la que los sistemas operativos se miden en gigabytes y las actualizaciones se entregan en paquetes cada vez más pesados, un proyecto open source demuestra que todavía se puede hacer lo impensable. Se trata de FLOPPINUX, un experimento técnico que desafía las convenciones y muestra que, con esfuerzo y creatividad, es posible arrancar una distribución Linux completa desde un único disquete de 3,5″, con apenas 1,44 MB de espacio.
Este proyecto no es solo una curiosidad, sino un pequeño laboratorio pedagógico que invita a reflexionar sobre qué es esencial en un sistema Linux y qué puede dejarse atrás. Su creador y la comunidad que lo respalda buscan construir un entorno funcional, arrancable y útil, aunque sea en modo terminal, con el objetivo de aprender y experimentar. En su versión más reciente, FLOPPINUX explica cómo compilar un kernel y ensamblar un conjunto mínimo de herramientas que permiten un arranque real en hardware antiguo, emuladores o incluso en sistemas embebidos.
Un aspecto destacado de FLOPPINUX es que no se limita a una simple imagen para redes: arranca en una terminal Linux operativa y además incorpora almacenamiento persistente, aunque limitado, para guardar archivos pequeños. La documentación indica que se reservan unos 264 KB para persistencia, junto con utilidades básicas y un editor de texto del tipo vi, permitiendo realizar pruebas, editar archivos y ejecutar tareas básicas sin perder todo al reiniciar.
Los requisitos mínimos son igualmente remotos en el tiempo: compatibilidad con CPUs x86 de 32 bits desde Intel 486DX, un mínimo de 20 MB de RAM y una unidad de disquete funcional. Según el taller del proyecto, su enfoque es una distribución “completa” que acepte ser almacenada en un disquete, pensada para revivir hardware antiguo, sistemas embebidos o simplemente para el aprendizaje técnico.
Uno de los elementos que llama más la atención es el uso de un kernel Linux 6.14.11 con soporte para i486, lo que implica un proceso de configuración extrema, eliminando componentes no imprescindibles y limitando los módulos a lo esencial. Lo que resulta en esto no es un “Linux de bolsillo” de los años 90, sino un ejercicio de reducción contemporáneo en el que cada bit cuenta y en el que el tamaño y la compatibilidad son prioridades.
Este enfoque de “Linux moderno en un disquete” vuelve a captar interés precisamente por lo que implica: compilar un kernel actual en un espacio súmamente reducido, un reto que pone de manifiesto los límites del software en 2025. Como señala Hackaday, si bien se puede lograr, no se trata de una distribución práctica para usos cotidianos, sino más bien de una demostración de límites y de la fragilidad que conlleva trabajar en estas condiciones, entre ellas la dependencia de hardware en desuso y unidades de almacenamiento ya en desuso.
¿Para qué sirve FLOPPINUX en 2025? La principal utilidad está en el ámbito educativo, en el retrocomputing y en la cultura de sistemas. No pretende competir con distribuciones ligeras para Raspberry Pi ni reemplazar discos de rescate modernos, sino que invita a entender, de forma práctica, qué es lo mínimo necesario para que Linux arranque y funcione en un entorno muy limitado.
El proyecto plantea preguntas fundamentales: ¿Qué necesita realmente el kernel para arrancar y ofrecer una consola funcional? ¿Qué herramientas son imprescindibles para manipular archivos y diagnosticar? ¿Cómo se gestiona el espacio en un entorno donde cada kilobyte cuenta? Para estudiantes, administradores curiosos y entusiastas del retrocomputing, FLOPPINUX es una lección condensada sobre arranque, configuración del kernel, toolchains y el delicado equilibrio entre funcionalidad y tamaño. No es accidental que su repositorio se compare con Linux From Scratch, aunque en un formato que se construye y comprende en un solo disquete.
El carácter abierto del proyecto y su licencia CC0-1.0 facilitan su reutilización, adaptación y experimentación sin obstáculos legales, fomentando su difusión y recuperación por parte de terceros. A pesar de su nicho aparente, el interés en FLOPPINUX se refleja en las estrellas y en la actividad en su repositorio, señal de que la comunidad del retrocomputing y los amantes de la informática en los márgenes encuentran en este reto un motivo de inspiración.
Finalmente, FLOPPINUX funciona también como una reflexión cultural sobre el estado actual del software: en un mundo donde siempre se asume que habrá más CPU, RAM y almacenamiento, este proyecto invierte esa idea y muestra que, con conocimiento profundo, recortes agresivos y paciencia, un sistema operativo completo puede caber en un espacio que parecía destinado a desaparecer. Es un recordatorio de que la informática todavía conserva ciertos aspectos artesanales, donde el límite físico obliga a pensar y a diseñar con precisión y creatividad.
